Después de haber logrado los 30.000 kilómetros en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, Yago y la Rallyneta emprendieron un viaje más que desafiante. El objetivo final era cruzar la frontera de Perú, pero antes, recorrer el corazón de la Amazonia Boliviana en una riesgosa época de lluvias. Aún así, el clima no fue impedimento para lograrlo.
La primera meta fue llegar a la Ciudad de Rurrenabaque. El camino prometía ser de asfalto, pero sorprendieron unos 40 kilómetros de ripio y agua, provocado por las intensas lluvias. Con una extensión aparente de 200 metros, el camino se superó a pie con el fin de que la profundidad y la fuerza de la correntada no jueguen una mala pasada. El obstáculo se superó y la llegada a localidad de San Ramón trajo un poco de tranquilidad, aunque Yago y la Rallyneta se enfrentaban a un nuevo problema: la falta de acceso al combustible.
En Bolivia, las estaciones de servicio están colmadas de clientes y las patentes extranjeras deben pagar un precio diferencial, mucho mayor. Ante este escenario, la 300 Rally volvió a recibir un combustible ofrecido por vecinos y comercializado a orillas de la ruta. Con el tanque cargado, el siguiente destino fue Trinidad. Allí, un temporal de viento y tierra obligó al equipo a frenar para, un día después, llegar a Rurrenabaque.
La localidad, situada a orillas del río Beni, es considerada la puerta de entrada a la exuberante selva amazónica y a las vastas pampas del norte de Bolivia. Bajo una lluvia constante e intensa, Yago superó las curvas y contracurvas características del sector, y tuvo que hacer una parada obligada en Caranavi para abastecerse de combustible. Saliendo de la ciudad, los caminos de ripio y lodo,consecuencia de las precipitaciones, se convirtieron en protagonistas. Fue allí donde el equipo tuvo su primer accidente. En una curva con una bajada pronunciada, Yago y la Rallyneta perdieron el control y cayeron al lodazal. En este infortunio, se quebró la palanca de embrague y ambos debieron regresar, en busca de un taller mecánico que reemplace la pieza.
Con sólo unos rasguños, el viaje continuó por los bordes del río que cruza la Amazonia, teniendo la belleza de los paisajes como protagonistas.
La ciudad de Mapiri fue una de las paradas para cargar combustible y analizar si continuar o no el viaje, ya que los locales advertían la creciente del río y el desborde del puente. Eso no impidió que Yago llegara al lugar para comprobarlo. La situación era peligrosa, aún así, la altura de la 300 Rally y la expertise del piloto aventuraron a ambos a enfrentar el obstáculo.
Alrededor de la escena, se encontraban otros viajeros que esperaban la habilitación del paso. Los cuales se convirtieron en espectadores del paso del piloto cordobés quien empuñó el acelerador y encaró el tormentoso río que, por momentos, superó sus rodillas. Aún así, ambos lograron coronarlo.
Consata fue el poblado que permitió al equipo descansar y, al día siguiente, emprender hacia el destino final. Una balsa facilitó el cruce del estrecho de Tiquina en el lago Titicaca para que ambos puedan llegar a la frontera de Perú, a la espera de nuevos caminos.