Tras superar los 40.000 kilómetros, Yago volvió a ponerse en marcha junto a la Rallyneta. El punto de partida fue Córdoba, su tierra natal y el corazón palpitante del país. Desde allí, trazó una nueva ruta hacia uno de las regiones más impactantes de Argentina: el norte.

Esta vez no viajó solo. Compartió el camino con un grupo de viajeros igual de apasionados, con quienes vivió paisajes compartidos, charlas al costado del camino y experiencias que quedaron grabadas. Desde Salta, el grupo puso rumbo a Humahuaca con una misión clara: llegar al Hornocal, una increíble serranía que hipnotiza con su abanico de colores.

Pero lo más desafiante vendría después. Luego de atravesar la puna, el paisaje cambió por completo al internarse en las yungas. La Rallyneta trepó más allá de los 4.500 metros sobre el nivel del mar, enfrentando el frío extremo y la falta de oxígeno sin ceder ni un metro. Visitaron Caspalá, un pueblo detenido en el tiempo, y luego las Termas de Jordán, donde el descanso vino en forma de agua tibia y naturaleza.

El regreso a Salta fue por el sendero gaucho, una ruta llena de historia y tradición. Cada curva parecía contar un capítulo distinto. Fue ahí donde Yago confirmó una vez más la nobleza de la 300 Rally: una moto que responde sin miedo al ripio, al viento y al silencio.

Después de algunos días más recorriendo el norte, llegó el momento de volver a Córdoba. El regreso fue tranquilo e introspectivo, con pensamientos que maduran en la ruta y la certeza de que esta etapa había sido distinta. Al llegar, la moto fue sometida a un mantenimiento general y cambio de distribución, cruzando la marca de los 45.000 km recorridos.

Ahora, todo está listo para lo que viene. Porque el invierno no da tregua, y la próxima etapa promete ser la más exigente hasta ahora.