Desde la llegada a Villa Independencia, un encantador pueblo rodeado de montañas, todo parecía indicar que el viaje sería un éxito. Pero lo que inició como una travesía tranquila, pronto se convirtió en una experiencia llena de desafíos, donde la amistad, el compañerismo y el aguante del equipo serían puestos a prueba.
La primera curva complicada apareció cuando una de las BMW GS 800 decidió tomarse un descanso inesperado, retrasando el itinerario un día entero. Sin embargo, el equipo no se dejó vencer por el contratiempo, manteniendo siempre el ánimo en alto, aunque el destino tenía más sorpresas preparadas. Apenas 20 kilómetros al norte de Villa Independencia, la segunda BMW del grupo también optó por hacer una pausa, obligándolos a regresar a Cochabamba. Eso sí, lo hicieron con estilo, recorriendo nuevamente los más de 100 kilómetros de la espectacular ruta 25, donde los paisajes son tan increíbles que uno no se cansa de admirarlos.
Tras casi una semana en Cochabamba esperando el repuesto para la GS 800, enviado directamente desde Argentina, Yago y su equipo estaban más que listos para retomar la aventura. Con el espíritu intacto y las motos a punto, se lanzaron hacia Sucre, la imponente capital de Bolivia, con la frontera como próximo objetivo. La carrera contra el tiempo migratorio estaba en marcha, pero la emoción del viaje mantenía la motivación a tope.
A pesar de los contratiempos, «Rallyneta» seguía imparable, habiendo superado ya los 12.000 kilómetros sin una sola queja, regalando solo alegrías. Los impresionantes caminos bolivianos continuaban sorprendiendo al equipo, mientras el tan ansiado regreso a Argentina se acercaba con cada kilómetro.
Luego de pasar por la histórica entrada a la ciudad de Tupiza, a solo 90 kilómetros al norte de la frontera con La Quiaca, finalmente cruzaron hacia Argentina el 7 de septiembre. Y tras una última etapa llena de emociones, llegaron a Córdoba el 10, poniendo el broche de oro a esta inolvidable primera travesía sobre dos ruedas.


